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sábado, 3 de noviembre de 2012

Diálogos con el Maestro ´´Renunciar al sufrimiento´´


El viejo maestro sollozaba y se quejaba. Se hallaba de pie en una posición por demás incomoda y parecía al verlo que iba a desplomarse. Sin embargo esto no pasaba, sólo su cuerpo se estremecía de los pies a la cabeza y era claro que el dolor que le provocaba era intolerable. Por alguna razón incomprensible estaba así, en una especie de contorsión ridícula tan intrincada que era difícil entender como había logrado colocarse en esa postura.
Al escuchar sus lamentos corrí donde el para socorrerlo.
-¡Querido maestro déjame que te ayude! Exclamé.
-No –me respondió- nadie puede ayudarme, nadie puede, repitió con la voz entre cortada que reflejaba su estado de dolor.
-Sólo debo tomar esta parte de aquí –dije- y girarla hacía allá, hasta que tu brazo se desenrosque de alrededor de tu pierna y esta otra pierna que está acá detrás… ¡No, detente, para ya! ¿Que quieres hacerme? grito como loco.
-Quiero ayudarlo -repuse algo molesto- era usted quien se estaba quejando.
-Si, me quejaba pero no pedía ayuda -me replicó el viejo- con cara de desencajado.
-¡No entiendo! -le grité- y me di la vuelta para dejarlo solo con su excentricidad del momento.
-¿Que no entiendes –me dijo- qué nadie me pueda ayudar o que esté en esta posición? Y al darme vuelta para responderle el anciano estaba parado a pocos centímetros de mí con la cabeza muy adelantada del resto del cuerpo y me escudriñaba con los ojos desorbitados.
-No pude evitar decirle que algunas veces me parecía muy desagradable eso que hacía.
-Lo siento –dijo- recuperando la expresión. Pero no me has respondido la pregunta.
-Ninguna de las dos cosas, respondí tajante.
-No debería ser difícil para ti entender esto Te he visto hacer lo mismo tantas veces -dijo el maestro- Como muchos te pones en posiciones internamente no menos ridículas y torturantes, te quejas por sufrir pero rechazas ayuda cuando en realidad lo único que debes hacer es salirte de allí. Te abandonas en un rincón tenebroso de tu espacio interno y digo te abandonas por que si no lo hicieras podrías moverte a un lugar mejor con solo quererlo. Cuando me viste hace un momento en esa posición absurda no tardaste en darte cuenta de cómo ponerle fin a mi sufrimiento. Pero ¿cómo es posible que no veas que ponerle fin al tuyo es igual de fácil? La única diferencia en ambos casos es que tú me ves a mí, pero no te ves a ti mismo. Si lo hicieras, si te vieras ¡podrías cambiar tu estado en un segundo! sólo debes renunciar a tu forma peculiar de sufrir ¿Estás dispuesto? Te aseguro que en cada uno de nosotros hay un mejor lugar donde habitar. Ahora muévete que no tienes todo el día.

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