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viernes, 28 de octubre de 2011

Editorial ''De la voluntad y el Karma''

La voluntad como una fuerza no existe en el hombre que habita en la mecanicidad. Esta fuerza nunca debe ser confundida con la elección mental, que en los casos de las mentes fuertes en ocasiones puede darle forma a los acontecimientos, sin embargo como todo lo nacido en la mecanicidad sigue siendo mecánico y por lo tanto atado a la cadena del Karma.
Para el hombre mecánico no hay elección, solo acción y consecuencia. Solo para aquel que logró salir de la mecanicidad y entró en la conciencia el libre albedrio es una posibilidad.
Para el primero todo ocurre sin su voluntad puesto que no la tiene, Para el segundo la voluntad producto de la conciencia es independiente del Karma.
A través del trabajo evolutivo y con tiempo, uno puede adueñarse de su mente y desarrollar la capacidad de ejercer la voluntad.
La voluntad como fuerza trasciende el Karma. Cuando la acción nace del ego se debe asumir la responsabilidad y las consecuencias. Entendiendo que no son las acciones las que nos encadenan sino el ego. Cuando no hay ego en la acción no hay Karma como consecuencia.

sábado, 8 de octubre de 2011

Dialogos con el Maestro...

La joven preguntaba sin dar tiempo al anciano siquiera a pensar respuesta alguna. Si el sabía que es el Nirvana; que es el Samadhi; que es el Karma; que es Samsara; que son los Chakras... y la lista no se detuvo por largo rato más. Desfilaron nombres y términos de todas las tradiciones espirituales.
El anciano que llevaba años en un camino, miraba de reojo y en completo silencio a la joven sin apartar la atención del árbol de manzanas que tenía muy cerca de él. Hasta que ella se detuvo.
El viejo estiró los brazos delante de él se miró las palmas de las manos y dijo: Hubo un tiempo en que igual que tu no sabía nada acerca de lo que preguntas. Luego supe casi todo acerca de ellas y sus significados y hoy… y hoy… repitió el hombre, ya no tengo ninguna idea acerca de ellas.
La joven mujer se dio la vuelta y se marchó entre desilusionada y ofendida, el anciano se quedó mirándose las manos unos segundos hasta que una manzana cayó en ellas. La frotó feliz y se alejo saboreándola.