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miércoles, 2 de mayo de 2012

Relato ´´Memorias de las arenas´´ segunda entrega

Mientras caminaba en soledad de los otros mas no de mi comprendí la razón. Para que ningún hombre tome el camino equivocado el viento borra las pisadas en la arena. Siendo así, ni siquiera uno mismo puede volver por donde vino. Este camino que no existe un segundo antes de mi pie y de mi presencia, está vivo y se renueva a cada paso sin dejar testimonio de mí caminar. Aun así camino siempre. Siempre, es una buena palabra para el desierto -no para mi- perfecta para un desierto eterno que me confronta con lo perecedero con lo impermanente y me recuerda que no estoy más tiempo aquí que lo que tarda en desaparecer esa pisada. No me detengo a mirar mi huella, que aunque sea un instante sigue siendo aferrarme a lo que dejo y debe ser dejado. Por delante la arena como una hoja en blanco acepta que la escriba y le narre una dirección que es un destino, aunque el destino está justo debajo de mis pies ahora y lo otro, eso que imagino, no es mas que eso. Voy, sin saber a donde, reconozco lo esencial del estado en este desierto sin esperar hallar, porque este esperar sigue siendo pretensión. Solo camino, se que mi vida está en cada paso y agradezco el sustento de este suelo que es espejo de mi condición. Igual que ese jardín de drusas cristalinas que me recuerdan al hombre que fui y hoy puedo mirarlo con el mismo amor que a este regalo. Cuando la noche llega en este lugar es difícil no pensar en Dios, no de su temor que el sol del mediodía hizo sentir sobre la cabeza como una afilada guillotina y hace vacilar, si no en su infinita benevolencia. Tan solo una fugaz mirada a este cielo, a estas estrellas, es todo lo que un hombre de poca fe necesita.