Mucho se ha hablado del poder del presente, como si el presente en si mismo tuviera la entidad para darnos algún sentido. Tal vez sería de alguna utilidad empezar a pensar que dicho poder no está en ese tiempo que transcurre inexorable y sin contemplaciones de nuestros estados o presencias, sino en la conciencia que cada uno tiene en lo que hace, que es lo que le da poder al instante para que tenga algún valor el momento, y la suma de estos un significado mayor entendido como la vida misma.
Esta idea que rápidamente puede convertirse en obvia, esconde para muchos de nosotros una complicidad casi ignorada. Y es que en este atribuirle poder al presente y no a nuestra conciencia no nos hacemos responsables de la necesidad de estar allí, justo donde y cuando nos sucede la existencia.
Si comprendemos claramente que hablamos como pensamos podemos llegar pronto al punto, o al menos podemos asomarnos a través de esta ventana en el pensar, y observar que hay mucho más de lo que se ve a simple vista en este descuido.
El presente por sí mismo no le da sentido a la existencia. Puede existir y de hecho existe, un presente sin sentido, ese presente es un tiempo perdido.
martes, 2 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)