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domingo, 10 de julio de 2011

Editorial ''Tengo... luego existo''

Subir y bajar por el ascensor, cargar con bolsas de marca, comprar cosas, comer hasta enfermar, dormir hasta olvidar, acumular cosas que te den prestigio aun que sean inútiles. Cosas que muestren lo que lograste, lo que eres.
Conseguir el mejor auto, la mejor ropa y la mejor posición sin importar como, ni que has hecho, ni a quién. Eso es lo que se ve y es lo que cuenta, después de todo, vales por lo que tienes.
El modo consumista vale tanto para el que tiene el poder de adquirir el objeto del deseo como para aquel que no lo tiene. Esta modalidad no es solo para los que tienen la posibilidad de concretarlo, sino para todo aquel que tiene instalado el deseo. En mayor o menor medida y de acuerdo a las circunstancias del medio, quienes están en esta modalidad son víctimas de un mal tan instalado en nuestra sociedad que lo contrario termina siendo raro o anormal.
También es común pensar que este modo de funcionamiento es solo en relación a los objetos materiales, y si bien esto es muy evidente, el tener puede toma otras formas más sutiles y se convierte en una manera de relacionarse que se manifiesta en la posesión de intangibles como lo serían las relaciones interpersonales o el conocimiento. Incluso desde el uso del lenguaje –Ya que uno habla como piensa- en el que uno se apropia de cosas como: tener hambre o tener dolor de cabeza, en vez de estar con…
De cualquier manera habría que preguntarse qué se esconde detrás de esta actitud. Si el vacío existencial que duele desde dentro como el hambre y exige ser saciado, en cuyo caso uno termina siendo como un naufrago que bebe agua de mar y cada vez tiene más sed. O si es la demanda de un ego que necesita ser reconocido.
El mundo que conocemos, ese cruel, despiadado, violento y deshumanizado es el mundo que resulta en gran parte de haber vendido los valores para comprar un modelo tan alienante como esclavizador.
Enséñale esto a tus hijos y ellos construirán el mundo a partir de los cimientos que les has dejado y espera en paz la hora del rechinar de dientes… Cuando ese momento llegue comprenderás que el problema no es lo que lograste tener sino lo que perdiste en el camino, y era la llave del reino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente! Gracias!