Deshazte -Dijo el anciano- del apego y sus formas ocultas. Y mientras estrujaba el capullo vacío de una crisalida preguntó al joven ¿Qué posees cuando llegas? ¿Qué posees cuando te vas?
Ante el silencio del muchacho el viejo siguió hablando... Un ídolo de oro no concede más milagros que uno de barro.
Debes creerme, todo lo que puedes poseer no vale un centavo cuando llega la hora.
Cuando llega esa hora darías todo lo que tienes para conseguir eso que no tiene precio.
Recuerda mi amigo... La muerte nos iguala a todos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Muerte,
sabia consejera,
su palabra es un gesto
que nos recuerda
el origen de la consciencia
-maestra y guía
hacia lo universal-.
Publicar un comentario