Un sol rojo se precipitaba al final de un horizonte de arboles familiares a sus ojos, y la figura alegre del viejo no tardó en aparecer como cada día…
Después de tanto tiempo tratando de comprender para que hacía eso, la mujer se rindió y preguntó al anciano:
-¿Por qué haces esto cada atardecer?
-El ocaso es la hora en la que la jornada viste sus mejores colores y los sabios se alegran por la incertidumbre de lo que vendrá. Por eso cada tarde me visto de blanco y danzo de frente al sol que se oculta, para sumarme a la naturaleza a honrar lo incierto.
Ahora ven mi joven amiga, anímate a bailar con migo, puede que mañana sea demasiado tarde!
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2 comentarios:
"honrar lo incierto"...si! eso es pulsion de vida...abrir el alma al cambio y fluir en el...
maravilloso texto, se me ocurren mil fotos. :)
Namaste/\
Hola Carina,
La paradoja de una imagen que congela lo incierto...un Koan visual
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