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sábado, 22 de marzo de 2008

Encuentros con el Guia ''4''

‘’De la libertad”

Paría la mañana un día insolente de sol, descarado de viento, sin una nube, como si no le importara ni de los pájaros ni de las flores.

El agua serpenteaba jocosa, rumoreando secretos de las piedras, tan redondas, tan indiferentes. Miríadas de soles blandos se asomaban en el río y alumbraban un cielo sorprendido desde abajo.

Sin preguntarse ni porque, ni cuando, ni donde, en esos parajes la vida se vivía a sí misma. No necesitada de razones, sin más sentido que el sentido de lo que empuja desde el centro y hace hacer, allí el todo se expresaba en cada uno y cada uno se expresaba en el todo.

Habíamos llegado a ese lugar el día a anterior, con lo último de luz que quedaba, con apenas el tiempo suficiente para improvisar un campamento donde pasar la noche.

Los dos días de marcha se hacían sentir, más en el cuerpo que en el espíritu que se exaltaba alegre y apuraba los pasos con tal de avanzar y poder ver algo más de aquella vastedad tan generosa.

Repasamos los eventos del día y nos quedamos dormidos a la intemperie, contemplando un cielo diáfano y estrellado como pocas veces había visto.

Nos despertamos con los primeros rayos de sol, y a medida que abríamos los ojos cada uno elogiaba la mañana radiante que nos tocaba.

Uno del grupo se estiró haciendo crujir los huesos de su espalda y dijo:

-En este lugar me siento libre como un pájaro.

-O como el viento, dijo otro.

-O como esa libélula, comentó un tercero, y todos reímos con ganas.

-¿Por qué será que siempre son animales los que son libres y nunca el hombre? pregunté.

Y el comentario fue aprovechado por alguien que a su vez preguntó al guía, que parecía estar despierto desde hace rato y yacía agachado mirando detenidamente un caracol que se deslizaba sobre la rama de un arbusto:

-¿Es libre el hombre, maestro?

Y él, que no quitaba la vista del caracol, respondió como era su costumbre con otra pregunta:

-¿Es libre el caracol capaz de ir donde quiera, pero incapaz de liberarse de su incrustada concha?

¿Es acaso libre el hombre si está atado a sus pensamientos, sensaciones y emociones?

Si el caracol removiera su concha perdería su protección, pero si el hombre cortara sus ataduras ¿qué perdería?

El guía nos sacudió la modorra mañanera con sus palabras, y nos acercamos a él para escuchar con más atención mientras mirábamos también el caracol.

Alguien respondió:

-Si el caracol removiera su concha moriría.

Y alguien más preguntó:

-¿Entonces la muerte lo liberaría?

A lo que el guía respondió:

-La naturaleza del caracol le provee de hogar y refugio en su pesada carga, y para éste igual que para el hombre morir a tiempo es bueno, pero no está en la naturaleza de ninguno de los dos decidir cuando.

Fue cuando el tercero agregó:

-¿Entonces si vuelo cómo ésta libélula seré libre como ella? señalando en la dirección que una libélula revoloteaba errática y veloz alrededor nuestro.

-Si tu pensamiento vuela como una libélula, veloz, inquieto, sin control, ahora en una dirección, ahora en otra, sólo te enredas más y más y gastas tu energía. Para la libélula es bueno ser libélula y volar como tal, ¿pero por qué limitarte?, si puedes volar como un dragón con la dirección y la potencia para entrar en lo profundo de las cosas.

Estar libre como un estado interior, para ser libre más allá de los lugares o las situaciones, de los pensamientos o las sensaciones. Cortar las ataduras a las propias creencias, ir más allá de los límites de las propias formas para sentirse libres, libres como un hombre.

La libélula se alejó con su vuelo raudo e imprevisible, movida por quien sabe que razones, el caracol continuó su lento pero interminable derrotero por su mundo vegetal, y nosotros nos encaminamos hacia nuestro destino

Anibal Gomez “Sutul Nare”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que anhelamos cuando soñamos libertad? deshacernos de la opresion de la gravedad? ... antojarnos rebeldes e irresponables? no creo que sean deseos que conlleven finales prometedores...
Me permito hacer otra interpretacion: el caracol observado de tu cuento, no limita su libertad por llevar a cuestas su casa; el caracol no limita su libertad porque nunca se le permitio perderla. La libertad del caracol radica en el SER caracol. Y hasta donde yo se, no debe haber caracol que reniegue de su naturaleza!
No creo que sea valido pensar que hay reinos libres y otros que no lo son porque asi se determina naturalemente ...no nos regimos acaso todos por las mismas leyes universales? sin embargo, pienso que el ser humano con su capacidad de conocer y reflexionar con acceso a su propia mente creadora, es capaz de salir del aprisionamiento autoinflingido, y en ese proceso llegar a ser mas libre que una libelula errante y un caracol descarrilado... si somos concientes que aquellas leyes son gobernantes pero no tiranas, nos damos cuenta que somos capaces de elegir,y en consecuencia elevar la categoria de "libertad" de la que hablamos, tienen el caracol, la libelula y la mayoria de los hombres, alcanzando esa conciencia "supercosmica" donde radica el verdadero SER del humano.un beso, Vero

Sutúl Naré dijo...

Gracias Vero por la naturaleza de tu comentario, gracias a el se abre el juego que anima este espacio.
Un espacio para interactuar, con la esperanza de que, en esa interacciòn se generen indagaciones activas y de esclarecimiento, a veces echando luz sobre algunos temas y otras abriendo puertas a la posibilidad, con todo lo que esto significa.
Quedo a la espera de mas aportes, con el compromiso de responderlos siempre, un beso, Anibal Gomez (Sutùl Narè)