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lunes, 14 de enero de 2008

Encuentros con el Guia ''2''

Quitar lo que sobra


Esa mañana el guía nos reunió a todos, no en el lugar que habitualmente usábamos, en la sala grande de la casa principal, sino en el jardín que rodeaba a ésta, y desde el cual se divisaba claramente el parque y el bosque que ocultaba el lugar de la vista de los curiosos, y le confería una atmósfera de calma y privacidad.

Recuerdo que el guía estaba trabajando con unas tijeras, podando una planta… Mientras fuimos llegando, tomamos posiciones cerca de él para ver que hacía, y cuando hubo confirmado que estábamos todos, empezó a hablar.

-Con el correr del año, las estaciones nos plantean distintas necesidades, finalización de ciclos, cambios y transformaciones, y es en este contexto de naturaleza que la enseñanza se afirma y se ejemplifica en metáforas de la existencia, por eso, esta mañana quiero que poden estas plantas.

Sabiendo que todo lo que hacemos aquí tiene sentido por si mismo y se justifica en la necesidad, a la vez nos propone una tarea con nosotros mismos y nuestros contenidos ocultos.

-¿Pero cómo lo hago? Pregunté.

-El guía que seguía trabajando, por un momento se alejaba de la planta para tener perspectiva antes de seguir cortando, y luego arremetía hacia ella con gran vigor y en unas cortadas rápidas y precisas le daba nueva forma, casi compulsivamente, para luego detenerse y retirarse una vez más y volver a observar. Esto se repitió varias veces más, como en un ciclo rítmico en el que cada acercamiento era una explosión de energía que transformaba sustancialmente la forma de la planta, al tiempo que las cortadas quitaban porciones mínimas de las ramas Mientras seguía trabajando, y después de un momento en el que parecía muy concentrado en lo que hacía, respondió.

-Haz como con el hombre, sólo quita lo que sobra.

-No estoy seguro, ¿cómo sé que es lo que sobra?

-Lo primero es entender que cada planta tiene su forma, descubrir esto puede ser tarea difícil, pero uno no debería escapar de ésta.

-¿Esto es muy difícil? Volví a preguntar tomando las tijeras y preparándome para cortar la primera rama.

-Tal vez no deberías preguntarte si es difícil, tal vez deberías preguntarte si es posible.

-Entonces sólo quito lo que sobra, dije, mientras daba una vuelta a la planta buscando su forma.

-Lo que sobra, dijo.

-Pero maestro, siempre nos dices que la naturaleza da el ejemplo, entonces, ¿por qué debemos podar los árboles? Si fuera esto necesario, ¿la naturaleza no haría que las ramas no crecieran de más?

-¿Tú crees que en la naturaleza las especies son auto suficientes, y no necesitan de otro para desarrollarse plenamente? Todo el tiempo interactúan ayudándose unos a otros para cumplir así con sus destinos. El hombre no es la excepción, al contrario, él tiene la mayor responsabilidad en tal sentido, no olvidemos que el hombre es naturaleza, y ser humano, la virtud de su expresión. Se dio vuelta, miró alrededor, y señaló hacia los árboles del bosque.

-¿Que ves cuando miras este bosque? Me preguntó

-Veo un conjunto de árboles creando un paisaje que se recorta en el horizonte respondí, tratando de adivinar hacia donde iba con su pregunta, y conociéndolo sabía que iba hacia algún lugar, pero este, siempre me resultaba impredecible.

Yo en cambio veo cientos de interacciones y dependencias, claro que no esas dependencias en las que estas pensando ahora y me miró de costado rápidamente para seguir con su mirada fija en dirección a los árboles.

Yo quise justificarme de mi pensamiento, de alguna manera el había sabido que estaba a punto de cuestionar la idea de las dependencias con los demás, quizá por que desde pequeño había aprendido a ser independiente, pero antes de poder hacerlo el guía continuó hablando:

-¿Ves aquel pájaro? El negro y amarillo que revolotea sobre las copas de los árboles, se alimenta del fruto del árbol y después vuela lejos, a su debido tiempo dejará su excremento y depositará junto con él la semilla, a una distancia muy conveniente, de no ser así la semilla no germinaría a la sombra del árbol madre. Así que el árbol entrega el fruto al pájaro, y éste a cambio lo transporta y siembra, el resto lo hace el tiempo.

Volvió a la planta, cortó rápidamente varias ramas, y agregó:

-Podar, es cortar lo que creció demasiado. Echó un vistazo al jardín, mirando por encima de nuestras cabezas, y sonriendo dijo:

-Acá hay muchas cosas que necesitan ser podadas. Muchas cosas tienen forma exagerada, veo algunas ramas tan largas que apoyan en el suelo y veo sus frutos pudrirse en ellas y ser devorados por las hormigas.

-¿Este corte, no le trae sufrimiento a la planta?, pregunté, tratando de sonar impersonal, sabiendo que lo que ha crecido demasiado en uno tiene el sabor de lo pretencioso y no de lo genuino, y que seguramente reencontrarse con la propia pequeñez sería doloroso mas para uno que para la planta.

-Estoy seguro que si, respondió el guía, y en su vos había tanta convicción como calidez. Pero hasta la planta sabe, que de no ser así, mas habrá que lamentar en el futuro. Ahora, véanse a si mismos.

En silencio nos sostuvo la mirada a uno por uno

-¿qué clase de planta son y cómo están? Siguió diciendo,

Y de vuelta otro silencio y la mirada nos daban el tiempo y la dirección del pensamiento para preguntar y responder internamente.

-¿Puedo descubrir mi forma, y revelar la no forma?

¿Hay mucho que podar para reafirmar el poder en la raíz?

¿Estoy en la raíz, o en las ramas?

Antes de dejarnos trabajando con las plantas el guía se agachó, tomó una ramita del piso y escribió en la tierra:

El árbol kinú hace fruto y alimenta al pájaro negro y amarillo, el pájaro negro y amarillo vuela lejos y da vida al nuevo árbol Kinú ¿Estoy dispuesto a deshacerme de algo por una nueva vida y a aceptar la dependencia equililbradora?

-Los dejo con las tijeras y las sierras, estoy seguro que el día va a ser largo. Que tengan buena poda.

Aníbal Gómez (Sutúl Naré)

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