Editorial ''La mano que se muestra no es la que hace el truco''

La casualidad, la coincidencia, se parece mas a mirar la mano que el ilusionista mueve, y con la que los desatentos se fascinan. Algunos otros siguen detenidamente la otra mano para descubrir el secreto y generalmente lejos de lograrlo se pierden del espectáculo, y no logran revelar el misterio.
Sin lugar a dudas el mago sabe lo que hace, y el primer acto del poder invisible oculto detrás de los movimientos de manos y varitas mágicas, haya pasado mucho antes de que uno se sentara en la butaca con ánimo de espectador.
Determinar en que momento empieza el show en nuestras vidas es imposible, y por cierto creo que tampoco es importante. Más bien tomar consciencia de que estas casualidades sincrónicas nos acercan en más de un sentido a nuestro camino.
Quien más quien menos se imagina la visión desde la primera fila del teatro. Y lejos de ser un posición de privilegio, la cercanía no permite apreciar todo el escenario en su conjunto, si miro al mago no veo a la asistente y así sucesivamente,
Distinta puede ser la ubicación desde alguna de las filas mas atrás, desde donde no es difícil apreciar todo el cuadro.
Tratar de entender la sincronía a partir de hechos aislados tiende a ser una actividad fútil, cuando no, una manifestación mas del falso pensador, el ego, que gustoso interpreta desde la autoimportancia el universo entorno de si. Se sigue viendo al sol salir y hundirse en el horizonte, aunque todos sabemos hace tiempo que esto no es así. A pesar de los años que llevamos desilusionados por la teoría heliocéntrica, nuestros sentidos nos siguen engañando, y dando vuelta las cosas que percibimos.
Tomadas como sucesos aislados nuestras existencias carecen de sentido, y sin sentido no hay dirección. Acá las casualidades aportan cohesión y significado, además de revelación y fuente de inspiración. Generalmente encriptada en un código asequible solo a aquel que esta en el momento justo, su interpretación se hace esquiva y pierde asidero para el otro que no esta debidamente acomodado en su butaca, entrada en mano y el espíritu alerta.