Diálogos con el maestro...

Cada vez que el joven trataba de hablarle el anciano guía parecía no escucharlo. Solo se quedaba viéndolo con la mirada vacía y entonando una melodía monocorde, ininteligible, casi un lamento.
Esta situación se sostuvo hasta que en un ataque mezcla de ira y desesperación, lo increpó a gritos diciendo:
-¿Por qué no me contestas, que estas haciendo?
-Hago lo mismo que haces tú cuando dices que estas en silencio cuando solo estás callado. Pero en tu mente el murmullo no se detiene, es como un lamento que nunca se detiene y no te deja oír.
Puedes estar callado y no estar en ‘’el silencio’’ si lo hicieras descubrirías que el mundo siempre estuvo allí hablándote. Escucha, habla ahora.
-¿Y qué dice?
-Siente pena.
-Es por mi lo entiendo.
-No, es por mí, por tener que lidiar con un tonto como tú.
-Por un momento pensé que hablabas en serio.
-Por supuesto, si yo tuviera semejante ego me tomaría todo en serio. Ese es tu mayor problema, crees que todos te están mirando, que eres el centro y debes guardar la forma. Esto te tiene tenso, gastando toda le energía que tienes inútilmente.
Si tan solo pudieras relajarte descubrirías que reírse de uno mismo es muy liberador.