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lunes, 4 de febrero de 2008

Encuentros con el Guia ''3''

El Camino

El guía me despertó en la madrugada, apoyó su mano firmemente en mi hombro y en vos baja como para no despertar al resto me dijo que me pusiera calzado para caminar y me pidió que lo siguiera.

Era una noche fresca, pero sin dudas cuando el sol saliera se iba a hacer sentir, el verano estaba en su apogeo y el calor dificultaba las actividades, por eso salimos antes de el amanecer, íbamos en busca de unas plantas medicinales que se habían terminado y formaban parte del botiquín permanente del lugar, y que al parecer crecían muy retirado en el bosque.

Caminamos tanto y tan rápido que se me hacía difícil seguir sus pasos, la espesura del lugar y la oscuridad todavía reinante imposibilitaban la orientación a partir de referencias geográficas, pero el guía parecía conocer muy bien el lugar, o se orientaba muy bien de alguna manera. Lo curioso es que caminaba con una fluidez y firmeza que yo con muchos años menos que el no lograba.

-No veo el camino comenté, casi a modo de protesta.

-¡que bueno! Exclamó, creo que el viaje ya valió la pena.

-¿pero que es lo bueno? Pegunté, molesto mientras tropezaba con una raíz y perdía el equilibrio.

-Siempre me da alegría que alguien reconozca su situación, y que no veas el camino y puedas reconocerlo te da una oportunidad de seguir.

La luz de afuera es la misma para ti que para mí, pero no te has preguntado ¿por que veo por donde voy y tu no? hay algo en mi interior que me permite ver cual es el camino que en ti no esta, y no puede seguir siendo así por más tiempo.

La luz que alumbra el camino es la misma para todos, pero algunos no ven mas que oscuridad.

-¿Es mi ignorancia? Pregunté mientras trataba de seguir los pasos del anciano.

-No tanto la ignorancia, como la falta de indagación de los propios contenidos. La ignorancia es un estado original, pero la falta de indagación es casi un pecado.

Ambos nos callamos, caminamos en silencio por horas, mis pensamientos se ordenaban a cada paso, yo siempre lo disfrutaba, era de esas cosas que a diario extrañaba en la ciudad, el caminar con los sentidos, viendo, escuchando, oliendo, sintiendo, todo el ser impregnado de sensaciones tan maravillosas y sencillas acallando de tal forma el pensamiento, que ya no había ni siquiera un diálogo interno.

Nos detuvimos un momento. El guía se agachó y bebió agua de una planta con forma de nido y me hizo señas de que lo imitara.

- Cuidado con las espinas- comentó.

El agua para mi sorpresa estaba fría y sabía bien. Se quedó agachado y me invitó a sentar a su lado. Los dos nos quedamos viendo las bifurcaciones del camino por seguir, y después de un rato habló así:

- ¿Ves un camino, o ves muchos?

- Veo muchos, respondí, sabiendo que sus preguntas tenían más de una intención.

- Muchas son las posibilidades, pero camino es sólo aquel que tú pisas, dijo categórico mientras se ajustaba los cordones del calzado, y se sentaba cruzando las piernas.

-¿Puedo elegir cualquiera? Pregunté mientras trataba de adivinar cual sería el camino a seguir. -¡Cuidado con la senda por la que te alejas del camino! Exclamo con tono de advertencia. -¿Cómo sé cual elegir? Le pregunté, entusiasmado por saber.

-La pregunta no es ¿cómo? Sino ¿con qué?

-Pero ¿acaso hay alguna otra forma que no sea con sentido común? Pregunté casi retórico.

-El que tiene sentido, tiene dirección, pero ahora dime, e hizo una pausa antes de seguir y asegurarse de que captaba toda mi atención ¿cuando eliges un amor, lo haces por sentido común?

-¿El amor se elige maestro?

-¿El camino se elige, mi amigo?

-Si, respondí.

-Ahora que llegamos -como en un camino circular- al principio, la pregunta se repite a sí misma y ésta es ¿con que? no ¿Cómo? dijo el maestro.

-¿Para elegir un camino, uno no debe saber primero dónde quiere llegar?, interrogué ansioso.

-¿Qué te hace pensar que los caminos llegan a alguna parte? Me respondió, sabiendo que sonaba obvio.

-Entonces ¿por qué son caminos?

-Por eso, porque son para andarlos, replicó el guía ¿O acaso el destino es la razón del camino? ¿O lo son tus pasos?

-Entonces maestro, ¿Para qué son los caminos, si no conducen a ninguna parte?

-El camino no es llegar, el camino es ir, pero si no tienes con que, ni vas ni llegas.

-¿Con qué, sino es con sentido común?, pregunté intrigado.

-El sentido común del que tú hablas, es la razón de la mente, y sería bueno comprender a ésta hora, que el corazón es el sentido común del espíritu, entonces la respuesta es: con corazón, mi amigo, con corazón.

Reanudamos la marcha en silencio y no nos detendríamos hasta llegar al sitio indicado. Bajamos por una senda empinada a orillas de un caudaloso río, y aunque todavía el camino no era totalmente claro, no sentí temor, era seguro que la luz no tardaría en llegar.

Anibal Gomez “Sutul Naré”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Anibal,soy mercedes.
Leer este encuentro siempre es como si fuera la primera ves. Será porque culturalmente tenemos el preconcepto de que transitamos por un lugar hacia una meta final? Encaramos un viaje y no nos detenemos a disfrutar un pequeño bar de pueblo,o apreciar un atardecer, por el apuro a llegar, cuantas cosas nos perdemos por no escuchar nuestro corazón!

Manuel dijo...

The Road Not Taken de Robert Frost para el que le guste este tema.

Sutúl Naré dijo...

Hola Manuel, Gracias por el aporte de contenidos, espero encontrarte otra vez, y que siga la interacción, un gran abrazo donde quieras que estes, Anibal (Sutúl Naré)