En cada uno de nosotros habitan dos mentes, una pasiva y una activa. A la primera la podemos reconocer por basar su funcionamiento básicamente en imaginar por demás y por la introspección analítica. Una mente que nos arrastra por la memoria y el ensueño, por la fantasía inerte.
Es la misma mente que adormila, cansa y nos deprime sumiéndonos en cantidad de miserias fabricadas, dramas y conflictos inexistentes. Nos sumerge en el sueño y divide lo interno y lo externo, creando división, disociación, separación del cuerpo y del presente en la experiencia.
La misma es la mente mecánica, la que distorsiona y funciona en el hábito. La que nos esclaviza desde una química de secreciones internas y reactivas, con sus humores y animias que uno vive como cansancio o debilidad y que lo impulsan a buscar más atenciones y comodidades. En definitiva profundizar el sueño.
Para salirse de esta mente que busca la perpetuidad mecánica e inconsciente, es necesario a diario sacudir la molicie haciendo trabajar la mente activa y sus focos de atención. Generar estados activos que nos lleven por otros caminos del pensar y conectar las experiencias con los centros del cuerpo y la emoción.
Insistir en mantenerse alertas y resistentes al hábito del menor esfuerzo, de la atención cero, da sus frutos en el tiempo.
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1 comentario:
introspección analítica, entiendo, gracias por todo , christian
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