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lunes, 7 de septiembre de 2009

Editorial ''Egoaraña y el camino de salida'' (cuarta parte)

La personalidad reafirma sus mecanismos y pautas de siempre en los distintos cursos de memorias posibles, hasta celulares y moleculares.
Por esa razón la observación de las actitudes del pasado es útil, pero la observación de las actitudes en el mismo momento que ocurren es poderosa. Dicho poder descansa en la capacidad transformadora de esta forma de observarse.
La percepción consciente del momento, suma al acto de vivir, el acto de estar en el acto. Puesto que tu vida solo es tal si es vivida en consciencia. Esta consciencia que potencia el presente a una continuidad, es poderosa por que tiene el efecto de hacer desaparecer estos mecanismos de la personalidad, igual que la luz de una pequeña vela hace retroceder la obscuridad.
Cuando nos descubrimos en el acto, infraganti, y si somos capaces de aceptar lo que vemos, podemos reconocernos detrás de más de un argumento. Ver como eso que estamos defendiendo no es más que un intento de justificación, o que eso que estamos contestando en medio de una discusión nos es en verdad lo que querríamos decir, si no estuviésemos defendiendo nuestra identificación con la personalidad.
Si tan solo nos animáramos a mantener la observación en el momento, y a sostener la incomodidad de interrumpir el hábito por algún tiempo, podríamos empezar a reconocer algo inusualmente presente, real y consciente dentro de nosotros. Una consciencia que se expande dentro y fuera, sabia y luminosa, paciente y amorosa. Lo verdadero, el Yo sin nombre.

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