El otoño sin lugar a dudas encarna en sí mismo la metáfora perfecta del desapego. La amorosa aceptación y la ausencia de resistencia que la estación plantea, nos confronta mas allá de la poesía, con una necesidad de humildad y comprensión que en el deshacerse hasta de la más lograda de sus hojas se ve reflejada.
Promesa de renovación o confianza en la recurrencia de los hechos, descansando en la madre cósmica, el otoño nos sumerge en lo escencial. Lo yang viaja al interior y se convierte en yin y se dirige a la raíz, se despoja de lo innecesario y espera.
¿No deberíamos nosotros emular esta condición. Y poder deshacernos con igual libertad y energía, al menos de aquellas cosas que nos impiden y dificultan el vivir?
Seamos un otoño hoy, que el viento sopla y la estación invita.
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4 comentarios:
hoy más que nunca siento la necesidad,las ganas y la libertad para deshacerme de todo lo que impida la vida..., la verdadera, plena, responsable y conciente...
mucho trabajo y un poco de paciencia... como siempre
muchísimas gracias, Anibal
desapego...desapego...de las hojas viejas y rutinarias, y sin sentido !
luego de otoniarnos, podremos primaverearnos y dejar brotar todo lo nuevo que podemos generar, nueva luz, nueva vida.
Me encanto esta editorial.
/\Namaste.
creo que a la larga el viento de la vida nos deshoja,
implacable y sin permiso,
lo tengamos planeado o no...
pero si dejamos que haga lo suyo sin resistirnos,
a su tiempo,
siguiendo sus ritmos,
colaborando suavemente sin competir con el...
seguro que hasta lo vamos a disfrutar,
agradeciendole,
y aprendiendo de su fresca libertad.
sanclau.
gracias!!
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