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sábado, 27 de septiembre de 2008

Editorial ''Hombre balsa hombre bote''

Se me ocurre que una forma clara de acercarnos a comprender la naturaleza del destino podría ser la metáfora de lo que llamo ‘’hombre balsa hombre bote’’.
El hombre balsa y el hombre bote flotan en las mismas aguas, y sus destinos de viaje pueden no diferir en gran medida, lo que sí es seguro, es que la balsa no puede elegir el curso que lleva, y que de llegar donde el bote no lo habrá hecho por elección. En su navegar solo encuentra la posibilidad de la deriva y si bien es cierto que tener como mantenerse a flote es bueno, poder elegir dónde ir es mucho mejor, dicho esto con toda humildad.
Vivir en el modo balsa puede resultar cómodo por varias razones, puede justificarnos de lo no realizado ‘’ya que no es que yo no quiero ir sino que no puedo’’ ‘’es que las corrientes de estas aguas no me son favorables’’. Y si bien esto puede estar pasando de momento, de sostenerse en el tiempo como una constante uno debería empezar a sospechar saludablemente.
Otra razón podría ser la idea que el destino nos lleva hacia el único puerto posible, y que siendo así ¿quién necesita proa y timón?. Por lo tanto me siento a tomar sol y a disfrutar del viaje en balsa, sin tener en cuenta el peso de mis acciones e inacciones y sus consecuencias en el tiempo, cosa que puede cambiar - y de hecho lo hace- la corriente. Esto hasta el punto de dejarnos girando en un remolino muchas veces cerca de la costa, en una situación por demás desesperante en donde uno ve tierra firme pero no llega nunca.
En una situación que difiere solamente en actitud y no en contexto -ya que el bote y la balsa se hallan siempre en las mismas aguas y sufren de las mismas inclemencias- está también el hombre balsa. Este sabe que tiene la opción de elegir a donde va sin perder de vista ni por un segundo que el mar cuando así lo decida puede convertirlo en un naufragio más. Acepta lo precario de su condición en el mar de la existencia y reconoce la permanencia de un mar más allá de él.
El hombre bote aplica una constante de trabajo y conocimiento para ponerle rumbo a su embarcación, y yendo solo en su viaje sacrifica hasta las horas de sueño, ya que la vigilancia del curso es lo único que le garantiza llegar, lee las mareas y siempre que cae la noche… sigue las estrellas.

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