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viernes, 27 de junio de 2008

Proyecto ''Aquidad''

Una de las características de nuestro tiempo –hablo del que compartimos, no del personal- es sin lugar a dudas su velocidad, una velocidad donde como una paradoja aparece la idea de que no hay tiempo, pero no porque el tiempo no exista sino porque el tiempo se comprime a la medida de las tendencias del momento, y nosotros –que confundimos fácilmente común con normal- tratamos de adaptarnos lo mejor posible, y en el intento sacrificamos muchas veces la calma necesaria para vivir en un estado de gracia.

Después, con esta habilidad de adaptarnos, corremos a la velocidad de las cosas y cuando lo logramos nos sentimos satisfechos, pero más tarde o más temprano la necesidad real del ser reclama su cuota de calma, su ritmo lento y cadencioso empieza a sentirse, y uno entiende los ritmos del ser y reconoce el desfasaje con lo cotidiano.

Llegado este punto uno se encuentra atrapado victima de sus propias estructuras de funcionamiento –léase familia, trabajo, etc.- y le es muy difícil volver atrás y soltar esas cosas que hoy no le permiten recuperar ese estado de gracia, ese ritmo lento y cadencioso del ser, y luego de observarlo y reconocerlo siente que nada puede cambiar, ya que el precio a pagar por esa decisión sería muy alto.

Pensando en esa necesidad nace el proyecto Aquidad, un lugar para salirse del tiempo y entrar en el presente a diario, con disciplinas y técnicas pensadas como puertas hacia ese estado en donde es posible la entrada en los ritmos del ser, un encuentro con uno mismo.

Se por la propia experiencia, que algunos minutos al día que dediquemos a la práctica de algunas de estas técnicas –que he señalado como técnicas antiguas para nuevos tiempos- tienen una enorme relación costo-beneficio comparado contra la cantidad de tiempo de estímulos hostiles que tenemos a diario.

Con el poder de sacarnos del tiempo veloz y despiadado, Aquidad nos adentra en un estado de estar aquí y ahora escencial, reconciliador y curativo.

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