-Háblame del presente -le dijo el joven al anciano maestro.
-¿Del presente? ¿De cual presente? ¿Del que está muerto y
sin sentido? ¿O del que está vivo y no habita en el tiempo?
-No se, entonces háblame del tiempo.
-¿De cual tiempo? ¿Del que es un capricho hecho a la medida
del hombre? ¿O de ese tiempo que es inagotable presente en la consciencia?
-has eso, háblame por favor de la consciencia querido
maestro.
-¿Qué consciencia? ¿La consciencia que puedes limitar con tu
mente? ¿O esa qué es inabarcable y que no define la palabra?
-Entonces que sea de la palabra ¿Qué hay de la palabra?
-¿Cual palabra? ¿La palabra sin raíz en el corazón? ¿La
palabra de otro que nunca se hace propia? ¿O la palabra creadora que es el
cuerpo físico de las ideas?
-¿Y de las ideas? -Siguió preguntando sin parar el joven.
-¿De las ideas? ¡Ideas sin cuerpo, sin corazón y sin razón!
¿Qué ideas? ¿O hablas de esas ideas matrices que son mensajeras del espíritu?
-¡A el espíritu! Déjame ver algo del espíritu por favor.
-¿ver algo del espíritu? ¿No será el espíritu invisible el que
puede ver algo y revela la visión?
-Tal vez puedas decirme algo de la visión entonces
-¿De la visión? ¿De
esa visión que los ojos del cuerpo dan y no puedes confiar? ¿O la que ve el
espíritu y es la visión del origen que desbarata la ilusión y es la única en la
que puedes confiar?
-Si ¡la ilusión es
algo que me preocupa! Dime de ella por favor.
-¿La ilusión? ¿Esa
que parece albergar esperanza? ¿O la macabra e invisible que logra cohesión
dividiendo el todo?
-El todo ¿Qué es el
todo? Preguntó el joven verdaderamente inquieto por las evasiones del anciano
-El todo, repitió el
anciano, ¿De cuál hablas, de ese donde puedes poner todas las cosas que existen
o pueden existir? ¿O de ese donde se gesta el bien?
El joven casi
ofuscado con el maestro le preguntó ¿Por qué no me respondes a nada?
-¿Cómo que no te he
respondido a nada? Repuso el viejo indignado ¡no he hecho mas que responderte!
-Está bien -agrego
el joven sin estar convencido- Sólo una pregunta más ¿Qué es el bien?
-El bien es eso por
lo que el todo encuentra la razón –respondió el viejo, y anticipándose al
muchacho le dijo:
-Te responderé a la
pregunta que estás por hacerme si me dices tu ¿Cuál es la razón que justifica
la existencia?
S. N.
1 comentario:
ah, menos mal que tiene tu firma, hubiera pensado que era un cuento de Jorge Luis Borges jijij
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