Se suele decir de alguien que está en la búsqueda ´´Qué está
en el camino´´ Hoy viendo hacia atrás pienso
que todos lo estamos, solo que algunos se han perdido o ni siquiera lo han
reconocido. Todos son caminos, solo que algunos no llevan a ningún lugar, se
pierden como huellas en la arena.
¿Estar perdido es no saber
donde se está o no saber a donde ir? Me pregunté. Se que estoy perdido
pero estoy aquí me dije y este puede ser un hecho que la actitud convierta en
un inicio, mientras juntaba las pocas cosas que llevaba con migo.
Había aprendido a ver la sutil belleza del desierto en medio
de su rigor indiferente a mis necesidades y no quería que mi estado de
desesperación traicionara esa visión.
Se que perdí el rumbo de momento pero estar perdido o estar
en algún lugar no son la misma cosa. Así, empecé a caminar, el sol apenas se asomaba y en algunas
lomadas contrastaban las sombras. El desierto a esa hora tiene un ritmo único,
una cadencia que tal vez por breve se añora el resto del día. Tenía que
encontrar agua pronto, a decir verdad no estaba más perdido que antes de llegar
a este desierto, con la diferencia que ahora era la falta de agua la que me
apremiaba y antes había sido mi ignorancia. No la ignorancia de las cosas del
mundo que uno encuentra fuera, si no la de uno mismo, la de lo propio.
No era mas la urgencia de encontrar agua que la de
encontrarme a mi mismo y era esa urgencia la que me trajo, esa sed insaciable
que no reconoce sustituto. Solo en esas aguas se sacia la ausencia.
Eso que me trajo hasta el preciso lugar en el preciso
instante, era eso lo que quedaba atrás lo que me había hecho llegar hasta aquí
pero era lo que estaba adelante lo que me impulsaba a seguir. Lo incierto, tan
incierto como yo en este infinito mar de sílice.
Caminé por horas, caminé confiado en el devenir inexorable y
en el fundamento que todo lo sostiene, sabiendo que no se puede traicionar esa
única certeza.
Finalmente no pude más, le eché una última mirada a esas
arenas…Lo bueno de este desierto es que aquí no hay donde ocultarse y uno puede
ver sin dobleces la verdad descarnada. Despojarse en este lugar y a esta hora
es un ejercicio que libera ya que ni con la piel se cruza al otro lado.
Hay algo de paz en hacerse uno con la muerte propia algo de
humildad y reconciliación que nos unifica con la vida pensé, mientras se me
doblaban las piernas y caía de rodillas.
La vida se me escabullía entre los dedos como la eternamente
blanca y fina arena del desierto que inútilmente trataba de contener en un puño
y pude saber en ese instante quien era Yo.
3 comentarios:
no se aún si he reconocido que estoy perdida (aunque al escribirlo me doy cta.que si!! llegué a vos sin saber como, quizás, en el preciso momento) en busca de ese agua, de humildad, del reconocimiento de mi esencia, de quién soy y para que!
que se doblen mis rodillas!!!!
gracias querido maestro!
Caigo de rodillas ante tu condicion Maestro, ...reconociendo la mia, de a momentos, que no duran nada, ni un segundo, pero generan un profundo movimiento en el corazon.
Gracias
d
Volviendo a leer estas memorias una y otra vez, intentando llegar a una aunque sea un poco mas profunda comprension, deseando sentir en el centro de mi corazon el significado de cada palabra, descubro que lo que se tiene que disolver en mi se defiende con todas las fuerzas atrapando tus palabras para que no lleguen o lleguen minimamente hasta el lugar correcto. La separacion interna me permite ver, hoy, su desesperacion y miedo de desaparecer... y reconozco con claridad que este miedo no es mio. Es falso... Y lo tengo que atravesar, superar y dejar atras. Se tambien que las pocas semillas que llegan, estan trabajando y las cuido desde mi alma, a cada una, para que no se mueran, para que puedan ver la luz, para que, a traves de ellas, pueda ser... libre.
Gracias querido Maestro. Por Ser y Estar, por tu Trabajo, por lo que nos das con tanta generosidad. Por iluminar cada dia de mi vida. Abrazo
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