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sábado, 16 de junio de 2012

Relato ´´Memorias de las arenas´´ tercera entrega


Con los últimos minutos de luz de la jornada me siento y escribo…Otro día de marcha por este desierto. Creo que estoy vivo y solo lo creo porque hay algo más grande que yo a mí alrededor que ya no está fuera de mi, me atraviesa, me erosiona el contorno como la arena que golpea en mi rostro con la fuerza del viento y me quita las formas y los limites.
Con las dudas de seguir con vida un día más si no encuentro agua  desaparecen todas las demás y se hace claro como funciona la ilusión a diario.
Aquí lo indescriptible define los paisajes y mi pluma no encuentra las palabras que los abarquen, que los atrapen en una eternidad sin tiempo. Descubro la trampa –una vez más- de querer seguir poseyendo aunque más no sea con la mirada y reconozco la pretensión oculta detrás de este hecho. No es la inocente escusa de recordar este lugar, es solo la inercia de lo que he aprendido. Avalar la continuidad que enmascara el temor de descubrir la verdad de una realidad que se da forma solo en mi mente y se reafirma en mi dialogo silencioso. Solo esto es lo que impide.
Hay algo de paradoja en este desierto, que cambia, se mueve, se transforma y es eterno en su presente y su presencia. Hay algo de metáfora en el, que es como la consciencia despierta que habita en un presente continuo que eterniza el segundo y a la vez lo renueva sin cesar.
Paisajes eternos mientras duran…Casi con culpa los guardo en mi memoria y me justifico de incapaz por no poder plasmar estas imágenes. Es raro ver eternidades cambiando de a segundos.
Miro a mí alrededor y veo… Solo la belleza y el silencio de este lugar son más grandes que mi cansancio y me arrebatan de toda la miseria.
Veo en mí la finitud, lo pequeño, lo fragmentado, lo polar y descubro tembloroso que es solo un reflejo de la pequeña mente que aquí no encuentra espejo. Descubro, que no hay reflejo que me devuelva la mirada y se me hace evidente haberme vaciado más no ser vacío.
Ahora la luna es una promesa y las primeras estrellas se insinúan a despecho del sol que parece tener tanta certeza, yo no la tengo.
Un viento arrachado me castiga la piel con granos de arena que se sienten helados, pronto el frío y la oscuridad no me dejarán escribir, la luz se va y ya no importa…
Si mañana muriese aquí y me blanquearan los huesos las arenas ya no siento duda ni temor alguno, la duda y el temor que supe tener eran la ausencia de dios en mi corazón.

sábado, 2 de junio de 2012

Poesía ´´Estado sin reverso´´

Entro en el estado sin reverso…
donde son nuevos los ojos y renuevan lo que es visto.
Me aniño en el sentir esta dicha inexplicable, que no responde a ninguna razón mas que de ser y saborear la existencia,
La profunda emoción,
el gran significado.
 Entro en el estado naciente…
Que desgarra la ilusión mundana y deshace el egoísmo.
La inquietud de persona ya no es mía,
y con ella ya no es mío el miedo de todos los hombres.
 Entro en el estado de ningunidad…
La inevitable fuerza amorosa me lleva hacia los otros,
desde el encuentro de lo que soy habiendo dejado de ser lo que era,
Sin peso, sin huella,
sin masa y sin contorno.

Editorial ´´Nuevo estado´´

EL reconocimiento -aunque más no sea intuitivamente- de un estado superior de la existencia asequible al hombre, puede ser la puerta de entrada a un vivir mas pleno, donde la inteligencia y la sensibilidad originales se unen para devolvernos a esa condición en donde uno es como el niño que viene al mundo y descubre con asombro infinito todo cuanto lo rodea. Este reconocimiento que puede atravesarnos como un relámpago en la oscuridad no debe ser confundido con una experiencia del tipo místico, más bien debería ser observado como un estado latente en todo ser humano. La dicha inexplicable y la profunda emoción que sentimos, así como también la conversión de valores existenciales y una capacidad amorosa insospechada son algunas de las razones de esa habitual confusión. Cuando la experiencia es sostenida o tiene la intensidad suficiente puede terminar por llevar a una suerte de muerte psicológica, entendida esta como el despojarse de todo cuanto se creía ser o tener como forma. En este estado la vida es un continuo fluir donde desaparecen los miedos, incluso el miedo a la muerte. Se renuevan las energías y se deja de padecer la existencia como algo que se nos opone y uno empieza a sentir que avanza hacia lo verdadero. En esta percepción de lo verdadero, lo vano y superfluo ocupa el lugar que se merece y es dejado a un lado junto con la ilusión mundana. La inquietud personal es diluida en la claridad de ese sentimiento amoroso que nos lleva hacia los demás y demuele el egoísmo. El estado naciente -como se lo nombró- es la inevitable fuerza amorosa que espera dar a luz.